jueves, 18 de noviembre de 2010

Ser negrito, ser chusma, ser blanquito equivocado, ser yuma…
(manifiesto personal contra el racismo)


Micaela se fue pa´ otra tierra buscando caminos,
que por buenos o malos
quien sabe le impuso el destino.
Solo vive llorando, sufriendo y pensando en su vino,
que no es vino, señor; ni aguardiente, señor;
es la conga, señor santiaguera...
Nada la contenta solamente piensa
y solo la atormenta el dolor,
dicen que se muere, dicen que ella quiere,
lo que ella no tiene,
que es arrollar Chago
sola con los Hoyos.

Micaela se fue
y sólo vive llorando,
dice que la conga es lo que está extrañando.
(Añoranza por la Conga. Sur Caribe)



I
Nací en un solar de la calle Factoría entre Corrales y Apodaca, La Habana Vieja. Quienes vivían a mis alrededores me enseñaron rápido que eran “la fiana”, “la niña de los ojos azules” y “la bolsa negra”. Eran los finales de los 70 y una vecina ponía a los Van Van mientras otra le respondía con Roberto Carlos. El vecino que vendía manteca de panadero, la santera con sus plátanos indios y el ciego Dámaso que nos vendía maní; estaban ahí siempre, con un mirar tenso y un eterno rictus de lo que se llamaba “la guapería” La negrá le decíamos los blanquitos de mierda. La chusma nos decían a todos.



Tenía miedo casi siempre. Me encerré y los libros me ayudaron a poner una leve capa de abstracción. Crecí lejos de los toques de santo y los bém bé. Pero oía a los Irakeres y me gustaba “el Bacalao con Pau” aunque sabía que eso era como mentar a un negro que hacía cruzar los dedos a las mamás de los que éramos los blanquitos: Pello el Afrokán. Them & Us otra vez. Eran los tiempos de “la rutina” de la gente que estaba becada y en la Isla de la Juventud estaban las mulatas grandísimas que se desrizaban el pelo cantando aquello de “Ave maría popuyé, cua cua cua” que aun sigo sin comprender.


Bacalao con Pau

Fui perdiendo el miedo. Los negritos eran ahora mis amigos y me ayudaron a montar chivichanas. Entre todos nos ibamos al Capitolio a patinar y coreabamos a los Boney M y aquello de “cunkin cunkin kin kin kin, cucu cunkin, ¡¡¡la candela!!!” Tata Güines era algo con lo que insultar a los negritos. Nosotros éramos los pepillos como los Bee Gees. Todo era risas y violencia.



Al final, un día, montamos las cosas en un camión y cruzamos el túnel de la Bahía de la Habana para salir al otro paisaje. Un aroma de casuarinas y gritos en ruso llenaban ahora el aire a mí alrededor. No volví a Factoría hasta casi 7 años después. Ya era un blanquito, ya no era la chusma. Muchos de ellos se fueron también, pero eran ahora los Yumas.



En el solar, los viejos que se quedaron, seguían poniendo a toda voz a Tejedor y un “tra la la lara la lara la lara… y te acordarás de aquella flor que yo sembré para ti” Una tristeza llenaba el hueco temible de la decadente cisterna que servía de patio del solar; una cisterna que llamaban “de la coubre” que luego me contaron en la escuela, muy enardecida la niña que declamaba, cuanta sangre negra y blanca se había llevado mezclada el terrible día que se hundieron el barco y la cisterna…



II
Mis primeros años de blanquito fueron bañándome en aguaceros con los otros hijos de maestros, ingenieros; todos éramos “gente de bien”, pero había un llamado de la selva allá en el matorral. La hierba de Guinea llenaba los grandes espacios que luego vería llenarse de edificios y edificios. A cada rato veía en la escuela a los mismos chamas de mis correrías en la calle Monte. Los años pasaron muy rápido. Empecé a pensar, ver y entender. Los negritos hicieron conmigo los exámenes de la Lenin.

Pero luego poco a poco los padres de algunos los hicieron desaparecer del parque -que sustituyó al pasillo- para cruzar el mismo mar que aquellos Yumas. Ahora eran los gusanos, la escoria, los lumpens y los desafectos. Se sucedían los mítines de repudio que la gente les daba en el CDR. Los aviones blackbird sobrevolaban la isla; los blanquitos y negritos nos reíamos de la mancha en el cocoriocó del bolo ese de la Perestroika.

Y en medio de todo eso, empezó a surgir eso que éramos ahora “los reparteros”. Ni pepillos ni guapos, reparteros. ¡Vaya la gente del Bahía!. ¿Que volá con la gente del Chivas?

Una tal NG la Banda tocaba en Alamar, y allí iban mis aseres y los moninas. La 215 pasaba llena de gente en rufa. La volá estaba mala...

Me metí en la Lenin y ahí vino otro túnel.

En la calle los Van Van seguían “apagando el instrumento”


III
Bueno, en realidad seguía sin comulgar. Dan Den le robó protagonismo a mis bailes de blanquito pepillo y en la Lenin todo el mundo bailaba con Chucha y se preguntaban de albergue a albergue que cosa quería la Chica Varó. Era la época del reparterismo.




IV
1993. El mar lo cruzaron los emigrantes, los balseros, los exiliados y la tropa innombrable y fantasmal de los que nos fuimos con más ganas que sentido real de lo que nos esperaba. La charanga todavía gritaba a voz en cuello que los guajacones, ¡pa’ la orilla! Las aguamalas estaban por todas partes.



V
Llegue a Barajas en un avión que despegó a 30 º C y aterrizaba a 5 º C. Apreté mi maletín un poco nervioso mientras el funcionario miraba mi cara y el pasaporte. Ya no era blanquito, ni negrito, ni repartero, ni pepillo, ni guapo. Con el cuño en la página 29 estaba sellándose mi destino: inmigrante. Mi traje comprado en La Epoca no engañaba a nadie.

Al final me fui a vivir al Levante. Por las noches, en los primeros días, me iba al puerto a bailar en La Guaracha y El Capitán Haddock. Una noche de diciembre estrenaron una pantalla gigante en el Haddock. Ahí estaba Mayito cantando la Tim-Pop y poco a poco, de entre la gente fuimos saliendo los cubanos. Al final todos juntos: negritos, blanquitos, reparteros, guapos, pepillos, tembas, sandungueras, jineteros, licenciadas y patones agitando las manos sobre nuestras cabezas malas y “lo malo y lo negativo… pallá!”



VI
Una reunión de informáticos en una orgía de copia y pega de archivos. Copia esta película, grábame este muñequito… Abel, Agustín y yo a las 4 a.m. oyendo a Sur Caribe con “la conga”, se nos apretaba algo adentro oyendo como Micaela; como nosotros, se fue pa’ otra tierra buscando caminos…



Que yo no quiero molote, ni quiero relajo, luego de la conga vayan pa´l trabajo...
¡Aché pa’ los cubanos todos!

domingo, 7 de noviembre de 2010

Desgarramiento

Esta carta la acaba de enviar mi sobrina Lismay a su mamá y su hijita acá en Cuba. Como introducción les cuento que ella cumplió misión médica en Venezuela y se enamoró y se casó en aquel país y decidió no regresar porque ya venía en camino su segunda hija. En Cuba había dejado a la mayor con apenas 8 años y desde hace más de 5añoran un abrazo. Quiero que conozcan su historia.


Hola Mamita, mi niña querida, mi Papi, mi hermano, tía Melvis y toda mi familia. Tal y como les había anunciado hoy 5 de noviembre en la mañana fui a la embajada cubana en Venezuela con el propósito de ver al embajador u otro funcionario allí y reclamar nuevamente –por tercera vez- la habilitación de mi pasaporte para viajar a Cuba después de casi 5 años de “castigo”, víspera de los 15 años de Lianny en enero, a los que quería asistir

Les diré que no me dejaron entrar a la embajada cubana, hicimos todo lo que pudimos (por suerte una amiga me acompañó) ese que dicen es territorio cubano en Venezuela no se puede entrar ni son bienvenidos todos los cubanos, primero el guardia nos atendió por una puertita que no se le veía ni la cara y nos dijo que sin cita no nos dejaba entrar, ya la habíamos solicitado antes y nos dijeron que no, pero insistimos. Iba entrando un funcionario que no quiso decir su nombre (de esas cosas espantosas de mala educación, “hablar sin saber con quién”) y nos preguntó ¿qué pasaba?, le explicamos todo, allí en la calle y nos dijo que nada de lo que hiciéramos podía resolver mi entrada a Cuba, que el embajador no tenía autoridad para permitir que yo viajara a MI PAIS y me pregunto ¿Quién tiene la autoridad? ¿Quién cambiará lo que tiene que ser cambiado?

El señor al principio no nos atendió bien, de hecho ni su nombre dio como les cuento, y tampoco nos permitió pasar aunque íbamos con una niña tan chiquita como Emmy que no tiene 3 años, yo muy serena le dije todos mis argumentos, y nada, la humanidad de los cubanos está en su pueblo, no en sus gobernantes, esa en definitiva fue la conclusión que saqué este día luego del trato recibido.

Cruzamos la calle e intentamos entrar también al Consulado cubano y tampoco nos permitieron la entrada, allí fue peor, ni siquiera una explicación nos dejaron dar, las únicas palabras de aquel hombre con mal carácter fue decirnos que “hoy estaba molesto porque había mucha gente”, que nos dirigiéramos al consulado cubano en Valencia y con la misma nos dio la espalda.

Nunca creí que nadie de mi propia nacionalidad me tratara de esa forma, siempre he defendido mucho a los cubanos, pero estas personas que conocí hoy son realmente malos, bien malos y no parecen educados en el sistema socialista de igualdad y respeto, sino en el más cruel capitalismo.

Mi problema ahora tiene dos soluciones desde mi punto de vista, primero que el país cambie por completo su política, o que mi familia pueda salir algún día y nos veamos fuera de mi Tierra natal, esa es también mi Isla y me duele, pero los dirigentes cubanos creen que es solo de ellos, porque no creo que hayan contado con el pueblo para aplicar una política tan drástica, anticuada, inhumana e incomprensible como esta que se le aplica a los médicos y personal de la salud, tanto para entrar del país si se quedan o para salir en caso que lo deseen, estudiar o trabajar en este sector es como estar condenado.

Espero que mis padres que durante toda su vida han sido militantes del Partido y revolucionarios cabales planteen esta situación allá donde puedan y alguien los oiga, aunque a esta altura he perdido las esperanzas, pero por alguien tiene que comenzar esta protesta.

Quiero que todos entiendan a mi tío Jorgito, que muchas veces lo critican por sus expresiones, que amigos y familiares lo ven “gusano” por su forma de pensar, pero se olvidan que las propias circunstancias que ha vivido lo han vuelto una persona rencorosa con el gobierno cubano, que no siempre actúa con sus ciudadanos de la mejor forma. Yo lo comprendo, pero solo Dios sabe, y los que estamos en situaciones similares qué dolor sentimos por la impotencia que estos “Señores”, nos hacen sentir como si fuéramos cucarachas, sin derechos ni razones para saber nada, ni siquiera ser oídos, sin derecho a reclamar o un abogado, solo porque tomamos una decisión en nuestras vidas por circunstancias determinadas nos excluyen y nos preguntamos ¿Cuándo ésta manera de pensar cambiará?

Yo amo a toda mi familia, por eso quise hacer todo esto y venir desde mi casa tan lejos con la niña pequeña a Caracas, sospechaba la respuesta, pero fui con la fe más grande que un ser humano pudiera sentir. Lo siento tanto por mi hijita, le pido el más grande de los perdones por dejarla atrás, creyendo que podría tenerla pronto conmigo, hace ya más de cinco años no la veo y he perdido los años más importantes de su vida, pero igual pienso que si hubiera tomado la decisión de volver a Cuba en aquel momento ahora estaría pidiendo perdón a mi pequeña por dejarla también sin padre, y separada yo del hombre que quiero.

Hija de mi vida, creo que si tú no vienes a mi lado muero. Pasará tiempo para que nos podamos abrazar nuevamente hasta que seas mayor de edad y te permitan visitarme, es lo más triste que te he podido decir, sentir, creer, pero es la verdad, solo sé que te adoro y amo y nada cambiará eso. Con el favor de Dios en enero tendrás a tu hermanita cerca para que celebres tus 15 años y conozcas al fin a Emmy, verás que te conoce como si hubieran crecido juntas porque no hago más que hablarle de ti.

Este es un resumen de todo el día, el Infierno que me hicieron pasar, en lo que llaman Embajada cubana, todavía no puedo entender que ni siquiera la Secretaria me haya atendido y darme una cita seria y una razón convincente.

A mi familia les aseguro con toda sinceridad que fuera de Cuba se nos trata mejor que en nuestro propio país, que otras personas nos comprenden mejor que nuestros dirigentes, ya no tengo dudas de la falta de humanidad del embajador cubano de quien tenía mejores referencias por mi tía, porque estoy segura que debieron informarle por diferentes vías mi solicitud. Y no opino ni me meto en nada de política, solo estoy razonando y buscando las vías para ver a mi hija, mis padres y mi familia toda.

Recuerdo a mi abuela Melitina y a toda la familia que sufrió junto al pueblo cubano hasta que devolvieron al niño Elián a su padre cuando quería retenerlo en Estados Unidos, porque lo vimos como una causa justa, sin embargo ahora todos los que deciden esta política se olvidan de los Reclamos de madres y padres que fuera de Cuba quieren ver a sus hijos y tener libertad de viajar (entrar o salir) y vivir en un país u otro como hace la gente normalmente en el mundo moderno.

Los dejo con muchos besos a todos, y el dolor infinito, el dolor de la separación, de la nostalgia, de la rabia, de la impotencia, porque séque para muchos es fácil cerrar las puertas, esas que debían estar abiertas en pleno siglo XXI, llamada por los especialistas Era de las migraciones, y que Cuba está tan lejos de comprender aplicando tantas medidas inhumanas.

No puedo más, los dejo por hoy.

Amores, May”