miércoles, 2 de junio de 2010


¡Tantos años y tan pocas fotos!, ¡porque han quedado lejos, al otro lado del Atlántico! No todo se puede echar en una mochila. Lo importante vive en mí, me transforma, me guía y, de paso, cuando encuentro alguna foto, hace aparecer la nostalgia por un ser que ya no es.
¿Quién puede suponer que yo sea ese? ¿Quién puede atestiguarlo? ¡Yo, con esas piernas! ¡Y esos cachetes! Ni en aquél momento la señora regordeta con cara de gallega le creyó a mi madre. « ¡Qué niño tan hermoso!» « ¡Es mi hijo!» –afirmó mi madre presumida. « ¡Su hijo!» La gallega miró la piel de mi madre y volvió a repetir asombrada. « ¡Su hijo!» –se rió con sarcasmo. « ¡Mira que decir que es hijo de ella!» Y como si ya hubiera escuchado demasiado se alejó hablando consigo misma. « ¡Cómo una negra va a parir un hijo blanco! ¡Esto es inconcebible!» « ¡Sí, es mi hijo, lo saqué de mis entrañas!» –gritó mi madre para que todo el mundo se enterara, pero la mujer no escuchaba. Yo sonrío cuando mi madre a ratos rememora la anécdota. « ¡Sí, eres mi hijo!» –y se vuelve a enojar.

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